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viernes, 31 de julio de 2015

Taller sobre diversidad sexual se efectúa en CRS Varones de Guayaquil

Con el análisis de la diferencia entre sexo y género inició el taller sobre cómo hacerle frente a la violencia, sobre todo sicológica, de la que podrían ser víctimas las personas de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) y demás miembros del grupo diverso.



"Si no entienden esa diferencia no van a entender el resto" le dijo Diane Rodríguez, presidenta de la asociación Silueta X, a las 19 personas privadas de la libertad (PPL) del Centro de Rehabilitación Social (CRS) de Varones No. 1 de Guayaquil, que asistieron a la charla efectuada en la unidad educativa Eugenio Espejo, situada en el recinto penitenciario.

Rodríguez explicó que sexo se refiere a la condición anatómica de las personas, es decir, hombre o mujer; mientras que género las distingue entre masculino o femenino.
El taller, que se ejecutará en varias jornadas, tiene como fin sensibilizar a policías, agentes de seguridad penitenciaria (ASP), personal administrativo y funcionarios del Ministerio de Justicia Derechos, Humanos y Cultos, para evitar posibles vulneraciones a las PPL de esta comunidad.

"Paola", una de las asistentes a la jornada de capacitación, manifestó que le gustaría que cuando la autoridad realice revisiones en los pabellones no se lo haga junto a PPL de género masculino, porque siente que se vulnera su intimidad.

Rodríguez expresó que debido a que no se puede descuidar la seguridad en un CRS habría que proceder de tal forma que no se quebranten los derechos de las PPL. Acotó que el mismo proceso se debe considerar para las y los visitantes de los centros penitenciarios.
Diane Rodríguez se refirió además, al permanente irrespeto de los derechos, no sólo de la comunidad LGBTI, sino de las mujeres heterosexuales, mismos que se ven vulnerados cada día y desde que están en el vientre de la madre.

Para explicarlo habló del círculo de violencia que recorre el estado de gestación, la niñez, la pubertad y el matrimonio, y dentro del cual la sociedad entera inculca el machismo, por ejemplo, si una pareja va a tener un bebé y comprueba que es varón es probable que se sienta más feliz que si fuese una mujer.

A esto se suma la etapa de la niñez, cuando al niño le compran un carrito y a la mujer una cocinita, lo que representa un mensaje subliminal de que ella deberá ocuparse de los quehaceres domésticos cuando sea grande.

Luego, en la pubertad, cuando cumple 15 años, a la mujer se lo festejan y la presentan a la sociedad como si fuese un producto. Y finalmente en el matrimonio, le encargan que cuide a los niños y que se dedique al hogar, algunas veces sin oportunidad de trabajar.
Frente a esto hizo la reflexión que si la sociedad trata a las mujeres de esa manera, ¿qué se puede esperar para la comunidad LGBTI?

Por ello alentó a las PPL y a las autoridades de instruirse, a los primeros para que conozcan sus derechos consagrados en la Constitución, y a los segundos para que corrijan cualquier deficiencia en la aplicación de protocolos de seguridad y procesos de rehabilitación.



Finalmente Rodríguez indicó si otros activistas desean ayudar a la comunidad lo podrían hacer de esta manera u otra, pero siempre a través de los canales indicados.​



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