Delfa R., a sus 63 años es un ejemplo en el Centro de Rehabilitación Social (CRS) de Quevedo, no sólo que culminará sus estudios primarios sino que lo hará con las mejores calificaciones. “Por fin se sumar, restar y multiplicar”, dice Delfa con entusiasmo.
Ella junto a sus otros 15 compañeros privados de libertad culminaron el año escolar este 22 de enero. De este grupo que participó en los tres módulos de educación básica dos culminan la primaria. Para cumplir con las labores educativas los docentes junto a los internos y funcionarios de esta Cartera de Estado adaptaron un aula, espacio en el que las personas privadas de libertad (PPL) se reúnen, aprenden y cumplen con las tareas dispuestas por los educadores.
En los CRS, conforme lo establece el Código Orgánico Integral Penal (COIP), las PPL participan en programas de educación formal en los niveles de: alfabetización, postalfabetización, educación básica, básica superior, bachillerato y educación superior. Para cumplir con la educación básica, se mantiene coordinación permanente entre los ministerios de Educación y de Justicia.
La artritis, osteoporosis y artrosis, enfermedades que Estela padece y que se las controla en el CRS con los medicamentos adecuados, no es impedimento para que cumpla con lo que se propone. Sentenciada a cuatro años y a ocho meses de culminar su sentencia anhela retornar a su finca. Tiene un nuevo propósito, seguir sus estudios y culminar el bachillerato. “Quiero criar gallinas, sembrar cacao, maíz y tomate, como lo hacía antes y lo más importante es que estaré junto a mi familia”, declaró emocionada.
Carlos Jiménez, director del CRS cuenta que esta actividad es parte del modelo de gestión que impulsa el Ministerio de Justicia Derechos Humanos y Cultos para la rehabilitación de las personas privadas de la libertad. “A todos se les motiva y se les incentiva para que opten por el área educativa, talleres, teatro, música”.
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